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martes, 23 de marzo de 2010

batalla de trincheras


La guerra de movimientos de los primeros meses de la guerra vino rápidamente a su fin. Sobre las masas de infantería y caballería cayeron toneladas de granadas, y miles de ráfagas de ametralladora diezmaron las filas. Tras la batalla del Marne, los ejércitos debieron esconderse, arrastrarse por el barro, cavar cada vez más complejos sistemas de trincheras para sobrevivir al fuego enemigo. Desde el Mar del Norte hasta Suiza, miles de kilómetros de trincheras enfrentaron a millones de hombres en el frente de occidental. Anegadas de barro, infectadas de ratas, las trincheras se convirtieron en el hogar de unos soldados que sufrieron lo indecible.

Los reiterados intentos de los militares por romper el frente llevaron a matanzas que aún hoy siguen teniendo un lugar de privilegio en la historia del horror: Verdún, Somme, Passendale en Ypres (Bélgica)...

Las potencias industriales se esforzaron por encontrar nuevas armas que permitieran la ruptura del frente: los alemanes en 1915 iniciaron la guerra química, los ingleses en 1917 los tanques, la aviación comenzó a ser usada de forma sistemática como arma de guerra.

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